Empecé mis relaciones sociales con cierta tensión, entre los susurros cariñosos de mi madre "mátala si hace falta pero sácala de ahí de una puta vez" y los ánimos de la comadrona "no te joe, se quedan embarazadas y encima vienen exigiendo". Pero la cosa mejoró cuando en brazos de la enfermerá oí una especie de chillido "¡ha tenido una niña!¿Quiere cogerla?" seguido de un "bah...". Sin duda esta iba a ser una vida entretenida.